Capítulo 27


Elegías a Gala


Fuente de vida, de noches sin mañanas
yo puedo llegar al surtidor donde he visto súbitamente
la imagen tan amada que llevaba grabada
en el fondo de mis entrañas.
Yo sé donde está
el pan de vida
tan blanco es que cerrando los ojos
lo continuo a ver por transparencia, pan de vida
yo sé donde está el horno en las llamas del cual
he visto prefigurada la imagen tan amada
de Gala tan amada
horno que las totémicas guirnaldas le sirven de adorno.
Yo sé donde está
en el fondo de la tierra
el bloque de mármol donde está contenida la imagen de Gala tan amada.
Cuatro elementos obsesionan mi Gala
aire, agua, fuego y tierra
que corresponden a mi Gala, que conocí antes de nacer.
¡Aire ,aire! es el que respiro de noche
y de día veo sin cesar la imagen de mi Gala tan amada
el recuerdo de mi Gala tan amada donde respiro sin cesar
de noche y de día
¡el aire, el aire! de mi Gala tan amada.
En el fondo sin mañanas el agua se vierte sin fin
en el surtido del jardín donde he visto detalladamente
el rostro de mi Gala tan poco amada.



Salvador Dalí

Capítulo 26


Interin

En el ínterin, los venecianos habían terminado y emprendieron la retirada, acompañados por una ola de aplausos. Al director no se le olvidó adornar el mutis con más bufonadas. Sus reverencias y besamanos provocaron nuevas risas, motivo por el cual los multiplicó. Cuando el grupo estaba fuera, él, retrocediendo, fingió tropezar con el poste de una farola y se deslizó hasta la puerta, curvándose bajo un dolor aparente. Allí, depuesta al fin su máscara de cómico desdichado, se enderezó de un salto, sacó desvergonzadamente la lengua en dirección al público de la terraza y se escabulló en la oscuridad. Los asistentes se dispersaron; Tadzio había abandonado la balaustrada hacía rato. Pero el solitario, con gran asombro de los camareros, se quedó un buen tiempo sentado a su mesita, ante los restos del zumo de granada. La noche avanzaba; el tiempo se escurría.


Thomas Mann

Capítulo 25


El Beso Invisible

En las tinieblas de la calle Bacacay acecha un beso malvado. Esto es lo que sucede: el joven paseante siente de pronto que lo besan en la boca. Sin embargo, no ve a nadie. Este beso es el último que recibirá en su vida. Las viejas dicen que una Dama Invisible prodiga los besos de clausura. Las personas instruidas prefieren imaginar un beso suelto. Los muchachos timoratos se tapan la boca con pañuelos y bufandas. Unos vivillos del barrio pretenden haber descubierto un contrahechizo que consiste en besar inmediatamente a una mujer de carne y hueso. Los mozos arremetedores recorren a la calle Bacacay, fingen ser besados y se abalanzan sobre las niñas más cercanas en busca de un beso redentor. Por cierto, ninguna se niega.




Alejandro Dolina

Capítulo 24


Hay hombres

"Hay hombres que luchan un día y son buenos, hay otros que luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero hay los que luchan toda la vida,esos son los imprescindibles"



Bertolt Brecht

Capítulo 23


Deseos

Te deseo primero que ames y que amando, también seas amado(a). Y que, de no ser así, seas breve en olvidar y que después de olvidar, no guardes rencores. Deseo, pues, que no sea así, pero que si es, sepas ser sin desesperar. Te deseo también que tengas amigos, y que, incluso malos e inconsecuentes, sean valientes y fieles, y que por lo menos haya uno en quien puedas confiar sin dudar. Y porque la vida es así, te deseo también que tengas enemigos. Ni muchos ni pocos, en la medida exacta, para que, algunas veces, te cuestiones tus propias certezas.Y que entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo, para que no te sientas demasiado seguro. Te deseo además que seas útil, más no insustituible. Y que en los momentos malos, cuando no quede más nada, esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie. Igualmente, te deseo que seas tolerante; no con los que se equivocan poco, porque eso es fácil, sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente, y que haciendo buen uso de esa tolerancia, sirvas de ejemplo a otros. Te deseo que siendo joven no madures demasiado de prisa, y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer, y que siendo viejo no te dediques al desespero. Porque cada edad tiene su placer y su dolor y es necesario dejar que fluyan entre nosotros. Te deseo de paso que seas triste. No todo el año, sino apenas un día. Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena, que la risa habitual es sosa y la risa constante es malsana. Te deseo que descubras, con urgencia máxima, por encima y a pesar de todo, que existen, y que te rodean, seres oprimidos, tratados con injusticia y personas infelices. Te deseo que acaricies un gato, alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero erguir triunfante su canto matinal, porque de esta manera, te sentirás bien por nada.Deseo también que plantes una semilla, por más minúscula que sea, y la acompañes en su crecimiento, para que descubras de cuántas vidas está hecha un árbol. Te deseo, además, que tengas dinero, porque es necesario ser práctico. Y que por lo menos una vez por año pongas algo de ese dinero enfrente a ti y digas: "Esto es mío", sólo para que quede claro quién es el dueño de quién. Te deseo por fin que, siendo hombre, tengas una buena mujer, y que siendo mujer, tengas un buen hombre, mañana y al día siguiente, y que cuando estén exhaustos y sonrientes, aún sobre amor para recomenzar. Si todas estas cosas llegaran a pasar, no tengo más nada que desearte.



Víctor Hugo


Capítulo 22


El Aleph

Arribo, ahora, al inefable centro de mi relato; empieza, aquí, mi desesperación de escritor. Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten; ¿cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca? Los místicos, en análogo trance, prodigan los emblemas: para significar la divinidad, un persa habla de un pájaro que de algún modo es todos los pájaros; Alanus de Insulis, de una esfera cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna; Ezequiel, de un ángel de cuatro caras que a un tiempo se dirige al Oriente y al Occidente, al Norte y al Sur. (No en vano rememoro esas inconcebibles analogías; alguna relación tienen con el Aleph.) Quizá los dioses no me negarían el hallazgo de una imagen equivalente, pero este informe quedaría contaminado de literatura, de falsedad. Por lo demás, el problema central es irresoluble: la enumeración, siquiera parcial, de un conjunto infinito. En ese instante gigantesco, he visto millones de actos deleitables o atroces; ninguno me asombró como el hecho de que todos ocuparan el mismo punto, sin superposición y sin transparencia. Lo que vieron mis ojos fue simultáneo: lo que transcribiré, sucesivo, porque el lenguaje lo es. Algo, sin embargo, recogeré.



Jorge Luis Borges